sábado, 13 de febrero de 2010

HISTORIA IV: MI SAN VALENTÍN DEL 2009

El virus de la seudomona terminó por apagar la vida de la modelo brasileña, ese mismo virus mandó a la tumba a dos mujeres peruanas en los últimos días. Ese virus carcomió la vida de bebés en incubadoras y uno que otro paciente con infecciones graves. Lo que me sorprende es saber que la automedicación hace que esos bichos se hagan más fuertes a los antibióticos. No importa, ya no estoy tomando pastillas para calmar ese conciente malestar hepático y tampoco estoy tomando algún remedio para el estómago y el interminable fastidio al corazón (aunque a veces me duela un tantito el brazo izquierdo).

Apenas una aspirina cada cuatro días o las veces que me duela la cabeza, que actualmente me ha empezado a molestar más de lo debido (enorme fastidio debido al volumen… como ustedes comprenderán) Pero lo más adormecedor a los sentidos es estar resfriado en pleno verano en esta parte del mundo. Despertar con la nariz húmeda (no solo la nariz), los ojos llorosos y un jodido dolorcito en la garganta al momento de pasar hasta las ideas. Ni modo, al baño a cepillarse los dientes con la crema azul verdoso que recomendó el dentista (ni espuma sale), a abrir la ducha y empezar el ritual de la limpieza. Suelo quitarme los pecados con agua y jabón también. Al menos el agua tibia me relaja. En seguida a vestirse pero antes a encender el televisor. Oh por Dios¡, por cualquiera, pero que desmemoriado me he vuelto, el día recién empieza y ya me están bombardeando de corazones y angelitos con arco y flecha la televisión. El día ya se hace pesado y aún no termino de despertar.

¿Tenía que ser sábado? Así fuese lunes la cosa no varía, pero domingo, eso sí que es desalentador además de ser una inyección letal de azúcar para un diabético. La primera vez que compré un regalo para alguien especial era casi una larva, un humanoide demasiado flaco con una cabeza enorme, los ufólogos estarían deleitados al verme desnudo. Apenas si sabía de las artes amatorias y con la convicción que tiene un niño de cinco años antes de meterse a la piscina por primera vez, a mis catorce años entré a la joyería a comprar algo bonito (cuando compré preservativos por primera vez me había resultado menos rochoso) El obsequio fue sencillo pero fino y lo compre con lo que había ahorrado desde la navidad. Era un corazón de tres dimensiones con una cadenita delicada, ambas de oro, que en esa época bien hubiese podido comprarme unos binoculares, un cuchillo nuevo y una brújula para mis aventuras. Al recordar aquella época, parece que el verano quemaba más que ahora, y es que en esos años el índice de calor llegó a niveles apocalípticos. Nunca salí el mismo día. Prefería quedarme en casa viendo el Chavo en el día de San Valentín y ver al narcisista de Quico halagándose a si mismo. Esa fue una imagen clara de la adolescencia, escuchando “Made in Heaven” que mi hermano me había regalado, una juventud tan calmada como el tañer doloroso de una vieja campana, gracias Abraham.

Mierda. Me olvidé de mis gafas de sol y el día está de lo más cursi, el sol brilla como fin del mundo y no paro de estornudar (sí, es una extraña alergia al sol). Hay colas de autos queriendo entrar a los hoteles, los supermercados y pollerías terminan de arreglar sus globos en forma de corazón y el taxista que me lleva a mi destino escucha a todo volumen a Estela Rabal y los cinco latinos en “La Inolvidable”.

Mis audífonos del móvil siempre me acompañan para estas eventualidades, un poco de Amy Whinehouse para desintoxicarme auditivamente y luego algo de The Killers. Años atrás, cuando salía de trabajar del diario un miércoles, pasé obligado por el parque de la exposición. Era una verdadera jungla romántica, era como procesión en febrero. Algodones de azúcar, manzanas acarameladas, señoras que vendían globos, señores que vendían flores, señoras que en sus cajitas de chicles cigarrillos y caramelos encaletaban una que otra cajita de condones, un ex presidiario vendía cadenitas y llaveros de búhos, un mocoso cara triste te ofrecía tarjetas musicales para la novia joven lleve a tres soles y te seguía por una cuadra para que le compres; no gracias, carajo que no.

No quiero imaginarme si fuese domingo en el mismo parque. Es el día de franco de las empleadas del hogar (por no decir Natachas) que para colmo, el presidente promulgó que el día de la empleada del hogar sea el mismo día que mi cumpleaños. No, absolutamente no discrimino, solo veo, observo y escribo. Parejitas por aquí y allá, con globitos metalizados en forma de corazón con una frase en inglés “I love you”, un peluche con un bordado en la panza “ I love you”, una rosita con lluvias que más parecen garúas, envueltas en papel celofán con inscripciones en inglés “I love you”, la canción del guardaespaldas se escucha a lo lejos y se mezcla con la de Titanic. Las pollerías a las cinco de la tarde ya revientan de comensales y los chifas también (el pollo a la brasa debería ser el plato símbolo en San Valentín). Hay colas interminables en los garajes de los hostales y las radios románticas se vuelven melcochas con miel. Por favor, aplíquenme la técnica que emplearon con Eluana.

Por el radio del taxista pude escuchar las noticias de la hora. No se que municipalidad estaba organizando un matrimonio civil masivo, y no se que otro distrito organizaba un concurso del beso más largo. Ya me imagino: El beso más largo, o quizá un reportaje acerca del día del amor por un canal de televisión. Diga joven ¿hace cuanto tiempo llevan de enamorados?, ¿y él se porta bien? ¿alguna vez ha sacado los pies del plato?... ¿Cuántos años de casado llevan? ¿cuál es la receta para tener un matrimonio duradero como el de ustedes? A ver, dense un beso para las cámaras; y el señor con un marco de oro en el diente, un tatuaje en el pecho con tres pelusas, la uña larga del dedo meñique y un corte de cabello al estilo “Django”, coge la mandíbula de su señora que posa orgullosamente un lunar de carne al lado de su labio, grumos negros en sus pestañas y las uñas de sus manos semi despintadas, lo besa con una visible lengua. Solo unos segundos, porque están frente a cámaras, mucho roche señora, ella retrocede riendo y muestra de nuevo orgullosamente no su lunar sino su sonrisa incompleta. Otro reportero sale por la tarde a recorrer el parque del amor topándose con infinidad de parejitas arrechas de todos los colores, tamaños, formas y por qué no… olores también. Claro, los periodistas con sus típicas preguntas, las mismas por los siglos de los siglos.

Cuando uno está empezando a cambiar de vida, sabe que las buenas cosas están por venir, si es que tienes a lado a una gran persona y yo la tengo. Pasando frente al mar recuerdo hace unos años… Fue solo un catorce que salimos como unos mortales más, apenas si comenzaban nuestras vidas y comenzábamos a entendernos. Un hotel frente al mar miraflorino y una vista relajante. Del jacuzzi se podía ver el ocaso y el centro comercial. Una noche fuera de este mundo, aún ella recuerda mi reloj frío sobre su piel y recuerdo las flores que me regaló (primera vez que me regalaban flores) Más que una sesión amorosa, fueron charlas de confesiones y otras anécdotas que me las llevo a la tumba y ella también. Solo nos apartamos del mundo que afuera gritaba y reía, yo quería hacer lo mismo con ella pero no divulgarlo a la ciudad; solo a ella y declararle entre miradas que la monogamia existe gracias a las vasopresinas.

Otras fechas fueron no diferentes, con respecto a no salir. Cuando uno no tiene la calma y la prisa de la humanidad te anima a sucumbir, alguien como ella te da la vida, alguien como ella te da la mano y camina contigo entre espinas, tu la llevas hacia las nubes y ella te regresa los pies a la tierra. Es pues así como se sentían todos en ese parque, en esa plaza, en esa playa, en esas habitaciones miserables, en esos restaurantes con piano y violín, en cada paradero, en una casa antigua escuchando discos de cantantes muertos, en un dormitorio acariciándole las arrugas de su rostro; pensando que la única persona existente a quien amar es esa persona que tienes a lado, y eso es lo que importa, el día es lo de menos y el lugar… donde sea.

Oh por Dios, por cualquiera ¡ los semáforos repletos de ambulantes con flores de todo tipo. Joven lleve para la enamorada para la novia; no gracias, de verdad, no gracias… que no carajo¡ Apenas si lo miro. Las cebicherías revientan de gente y el corazón de tecnopor de la puerta se está desprendiendo. Para esta fecha, hasta los cócteles cambian de nombre: “Orgasmo multigemido”, “Pasión candente”, “Varón rochabús”, “Clímax ultracoito en las rocas” los platos marisqueros se venden más y hay más gente comprando preservativos en las farmacias que lectores en librerías. Bueno, ya se aprobó la distribución del Postinor, me parece bien, pero falta educación (no es abortiva, tiene tres mecanismos de acción y ninguno elimina elementos embrionarios) Ahora solo falta calcular: Estamos febrero, sumándole nueve meses, como para quincena de noviembre habrán muchas mujeres panzonas buscando clínica donde parir, es un ciclo. Aunque esa pastilla Postinor o un preservativo debió usar el mocoso de trece años y su enamoradita de quince en Inglaterra, se han vuelto en los padres más jóvenes y ella ya dio a luz (eso es cierto).

Pero aparte del día del amor, es el día de la amistad y tengo la gran suerte de tener no pocos amigos, y ellos saben quienes son. El día del amor señor chofer de combi, es una metáfora, no es para que lleve a su mujer a un “telo” a revolcarse como no lo ha hecho en todo el año y luego ser papá de su hijo número siete. Claro, el coitus interruptus es un método anticonceptivo que se practicaba en la antigüedad, y eso está especificado en la Biblia (¿que cosa?) Sí, en La Biblia, cuando Onán se revolcaba con su cuñada lo practicaba (no era muy confiable el método), y como es lógico ha ido evolucionando y han salido otros más efectivos. Ojala el Opus Dei no se siga reproduciendo y los aferrados a esas costumbres y que creen que eso es lo correcto pues, vivan como se vivió en ese entonces con esas mismas costumbres.

No dudo que el taxista no conozca la ruta, pero hay cada calle cerrada que me fastidia la paciencia (gracias a ella soy más puntual) Tampoco dudo que será un día muy especial, apenas si nos veremos unas horas porque los logros requieren sacrificios y en eso estamos. Me espera una reunión familiar con su familia y un largo camino de regreso a casa por la noche (pero en combi para ganarme con todo el desfile de parejitas arrechas en la gran Lima).

El tráfico de regreso a casa pensé que sería infernal, la misma imagen de todos los años ya antes explicada. A tomarme una copa de vino seco y miel de abeja con un shot de Pisco al llegar a casa. Eso si que es relajante y con hielo picado lo es más. Las noticias siguen su curso, un avión se estrelló en Estados Unidos, sigue temblando Indonesia y

el sur de Perú, la entrega del Oscar está cada vez más cerca, encontraron a los mineros extraviados, ninguno herido… todos muertos, El cobro indebido de las matriculas en los colegios estatales, nuevos infectados con la seudomona, etc. Por el cable la cosa es similar, prefiero apagar las luces y poner algo de música para calmar el estrés (Keane sonaría bien esta noche… Aunque “Mon Manege a Moi” de Edith Piaf sería más que genial).

Aún es temprano, escucho el ruido de los autos desde mi sala, y la escucho a ella por el celular. Su vos siempre es un perfecto final para cualquier día. La gata duerme y ella la contempla, la gata juega y ella también juega. Ya nos veremos pronto, en días, en horas, o quizá en segundos.

Que tengan un bello día, a los que están solos o solas ya les llegará su momento (es decir sexo), y a los que están acompañados ya les llegara su momento (es decir, ser padres) y a los que ya son padres, ya les llegará el momento (es decir otro hijo o ser abuelos)

HISTORIA III: LIFE IS A BITCH

La noche anterior, Vasco conduciendo por fin su camioneta, dejó a Lía en el cuarto del hotel y él se fue a la discoteca a seguir festejando el día de San Valentín… no era la primera vez. Lía estaba demasiado ebria como para seguir bailando y como para empezar una sesión de romances. Vasco cansado regresa al Hotel y abre las ventanas de la suite. Se acuesta en la terraza con el torso desnudo y se queda dormido.

Al amanecer, Lía aún con la resaca va al botiquín y se toma un anti ácido y una aspirina. Ya por la tarde van al restaurante del hotel, él aún molesto por el comportamiento de Lía y Lía molesta porque Vasco la dejó para regresar a la discoteca. No hay nada mejor que unos cangrejos reventados en salsa de calamares y almejas en mantequillas para que renueven el deseo. Un brindis de reconciliación con un buen vino blanco para romper el hielo y la mano de Vasco acarició con ternura la mano de Lía, ella con ojos llorosos asiente dando inicio a una tarde feliz.

En Asia, la bulla era enorme y regresan al hotel ya calmados prometiéndose cambiar para seguir sus sueños . El aleteo de unas gaviotas, el murmullo de las olas dejando su vida en la orilla y el viento cantándole al oído a los amantes, se confundían con los gemidos de ambos, una tarde muy relajada frente al mar de Asia. Vasco tenía la costumbre de fumar marihuana (los deportes no lo alejaron de sus placeres) de vez en cuando después de hacer el amor. Lo hizo esa vez, ella tan feliz de tener la seguridad que esta vez ya no se volverían a separar, va al baño y prepara el jacuzzi para los dos. Ella no fumaba.

El agua debía de ser demasiado fría para ellos por el calor que el padre sol les daba y por el mismo calor que produce la excitación de dos cuerpos que se aman. Lía desnuda con la piel turgente y clara, lleva de la mano a Vasco aún con el porro en la boca, ella se sienta y él la sigue, se sumerge en la tina cerrando los ojos. Lía va al tocador a buscar jabones con aromas, inciensos y algunas velas. La suite blanca le parece ahora surreal. Regresa al cuarto de baño hablándole a Vasco mientras ubica sus artilugios por todo el ambiente. Besa los labios de Vasco y acariciando su pecho ella se sienta sobre él besándole el cuello… Vasco no responde, ella extraña le reclama un beso, pero Vasco no responde, ella le sacude los brazos, le abre los ojos le arroja agua en la cara, le grita al oído y su voz llorosa le suplica que despierte que no la deje sola, que no está jugando, que no se vaya sin ella. Se aparta y ve un hilo espeso de sangre que baja de la nariz hacia los labios fríos de su siempre amado… Vasco ya no estaba.

Un infarto pulmonar desbarató los planes de ambos, el cambio de temperaturas y presión terminaron por matarlo desnudo frente a los ojos de Lía. Ella con sus sentidos nublados no soporta esa cruel estampa y se desangra frente a él, pero en esta vez ella sí tuvo éxito.

HISTORIA II: TA´ QUE TE AMO

Dayron alquila cabinas de Internet en Wilson. Ha juntado dinero para salir con su “jerma” el catorce, pero parte de ese money se lo tiró chupando afuera de su jato con sus patas después de una pichanga de fulbito. Tomaron chelas y ron escuchando a Dady Yankee y Wissin y Yandel. Algo de salsa también, pa` la gente brava de la cuadra. Ese catorce, él busca en Internet la tarjeta virtual más “heavy” de Winnie Poo y se la manda con mucho amor para Yhajaira.

La llama desde un celular más moderno que el del presidente de la Nokia y quedan en encontrarse temprano para ir a la playa (la salida a la gigantesca piscina llamada mar de Comas la dejan para semana santa… una enorme ducha para algunos carcamanes). Llegan a Agua Dulce en Chorrillos y se tiran en la arena (tirar pero en el buen sentido, el otro sentido es mucho mejor) Ella se mete al mar con un short de mezclilla y polo blanco que después se lo quita estando en el agua, él riendo va tras ella con una bermuda que le llega casi hasta los tobillos, juegan riéndo y metiéndose lapos en la espalda. Muy felices los dos salen a secarse el agua de sus atuendos, ella exhibiendo un tatuaje de rosas en el hombro y uno que empieza en el ombligo y termina un poco más allá de la ingle y él, un tatuaje tribal en el brazo. Es chistoso ver cómo las plantas de sus pies son más blancas que todo su cuerpo.

No llevan comida como otras veces, esta vez es especial, así que ese olorcito a parrilla les vuelve a atraer y se piden dos porciones de huesitos broaster, y como es catorce, señor las dos de tres soles con todas las cremas pe´. Una chela pa` calmar la sed y el calor y unos bizcochitos como postre. Ya de regreso quedan en encontrarse en el parque zonal por la noche pa` tomar dos carros que los lleven a Miraflores (siempre es Miraflores)

Pasearon abrazados como si alguien de pronto fuera a separarlos. Pasaban delante de las vitrinas, de los escaparates entraban y salían de las grandes tiendas comprándole él a ella una blusa de liquidación. Salen chocándose con toda la cantidad de gente y a esa hora ya les daban ganas de comer…sí, pollo.

Toman un taxi de regreso (a gas pa` que sea más baratieri pe`) pero no a sus jatos. El destino era cerca de Jirón de la Unión, donde Dayron ya había reservado un cuarto para ellos en un hostal decente con un toldo afuera un poco eterradito por las obras de remodelación del centro. Llevaron lo que sobró del pollo y pidieron el control remoto del televisor. Tenía agua caliente y sorprendentemente toallas para los dos. Había papel higiénico blanco (que ya era mucho pedir) y jabones con el nombre del hostal. Dayron apagó las luces manteniendo el televisor encendido, tenían más de cincuenta canales pero siempre ponían el cinco. Fue una tierna noche, una noche donde el lugar perfecto era simplemente uno al lado del otro… inolvidable, pues la mañana siguiente Dayron le propone matrimonio a Yhajaira y se casan pasado el año.

Ella ya embarazada de su segundo hijo (al que le pondrían Alan Obama), llega a la plaza de Comas donde el alcalde oficiará el matrimonio civil comunitario. Dayron estrena nuevo corte de cabello donde se podía leer “ I love you Yhajaira” en su cabeza y ambos se dan el sí definitivo para casi toda su vida. Meses más tarde, Dayron vende sus máquinas de Internet para comprar un pasaje a España, pues la crisis ya llegó al Perú y ella ya estaba desencantada de él. Dayron saca su visa con uno que otro documento falso y se va de obrero a España, donde gana mucho menos de lo que podía ganar en sus cabinas de Internet. No tiene dinero para regresar y se demora tres años en volver. Trabaja de mesero, niñero, limpiador de heces de perros, sacaba a pasear perros, limpiaba baños públicos, de estadios, de teatros, de cárceles, vendió su cabello que lo dejó crecer por un año y medio, desinfectaba basureros de hospitales y así obtuvo su pasaje de regreso, alguien le ayudó mientras estaba de ilegal, pero gracias a las leyes pudo regresar pero regresa a pelear por la custodia del hijo mayor: Rivaldo, pues Yhajaira tenía romances con un técnico electrónico que le había regalado un DVD y un televisor de catorce pulgadas a colores con control remoto. Dayron no soporta tanto dolor y en medio ya de su miseria, acepta un viaje de nuevo a España pero de burrier. Cae en el aeropuerto en Perú con setecientos gramos de cocaína, y señala a su esposa como cómplice y al técnico como proveedor, ellos también estaban enterados de su peripecia, además era sabido que el técnico era micro comercializador y paquetero en La Victoria.

Sus hijos quedaron a cargo de la abuela de Yhajaira, una señora mala gracia con una tienda de abarrotes y una licorería en Canta Callao.

HISTORIA I: La Zamba

La Zamba Lentín era una mulata que vivía en una quinta de paredes desgastadas. Podía cocinar con cinco soles para su mamá, su hermanito y su abuela. Trabajaba por las noches en una chicharronería en el sur. Se ausentaba los fines de semana pues, eran los días donde más negocio había. Atendía a los clientes, ayudaba en la limpieza y la cocina. Su último enamorado murió de un infarto cuando ambos intercambiaban fluidos en una habitación de un hostal con nombre zodiacal. Ella robaba parte de los chicharrones y se los daba a él, un mestizo flaco que apenas si podía con su alma y recitar el alfabeto completo. Ellos se alimentaban de noche con dicho manjar.

Ella, con su metro ochenta y dos y él, con su metro sesenta y tres creaban posiciones extra terrenales y podían verse desde la ventana de su habitación, cómo salían luces cada vez que ella tenía un orgasmo. El aroma a canela y cebollas se mezclaban en el cuarto después del amor y ella le llevaba la comida a la cama. La Zamba llegaba a casa, dormía y preparaba comida para su familia, apenas si le quedaba algo de dinero porque solventaba la economía amorosa de su amante y él apenas si ganaba algo como obrero en la mina. Su hermanito se dedicaba al fútbol y como buen futbolista empezó metiéndose con las prostitutas de su barrio para después meterse con una blanquiñosa de otro. Conoció las drogas y otros vicios quedando truncada su vida. La zamba enterró a su abuela en el cementerio municipal. Ella murió de risa, cuando al entrar a su casa un delincuente semidesnudo la obligó a tirarse al suelo, bajarse las bragas y no gritar. La abuelita no pudo resistirse y volteó para ver a su verdugo pero al verlo con el pantalón abajo, Maura, la abuela, vio toda su humanidad sin ropa y su insignificante virilidad erecta. La abuelita rompió en risas y el desdichado asaltante no soportó que otra víctima se vuelva a burlar de él. La carcajada desesperada de Maura atormentaron al hombre de dos metros y él apretó su cuello hasta sentir que las vértebras se le incrustaban en sus manos. Era un cadáver feliz, porque hasta en su propio féretro, ni la zamba ni su mamá pudieron quitarle la sonrisa de la cara, ni con masajes ni con pomadas. Fueron apenas tres cuervos y seis familiares vivos a su entierro.

Su mamá conoció a un Argentino y se fue con él en un crucero. Meses después ella volvía más argentina que Evita Perón y le traía a la zamba ropa exclusiva. La zamba quimbosa cambió de casa, ya usaba desodorante pero seguía en la chicharronería. Marcial, su enamorado, la vio con ojos más libidinosos al oler la nueva fragancia que su cuerpo desprendía, sí… era jabón y desodorante. Ahora en su nueva casa, las luces de la habitación eran más coloridas y psicodélicas, Marcial había renunciado a la mina por presentar principios de tuberculosis y se fue donde la zamba para que lo cuide pues los chicharrones eran su deleite. Un catorce de febrero ambos quisieron experimentar rituales antiguos y volver al viejo hostal. Chicharrones en medio del sexo, comer y llegar al orgasmo. Cuando la zamba estaba por llegar al clímax y Marcial comía los chicharrones en pleno acto, un infarto fulminante apagó la vida del escuálido amante. Ella lo enterró al costado de su abuela y plantó cebollas en su tumba. Su hermano cumplía entonces ocho meses de prisión efectiva por dispararle a un pandillero afuera de una fiesta y su mamá se llevó a la zamba a Argentina para poner un negocio de chicharrones. Su mamá enviudó dudosamente.